
Proteger la vida de las generaciones actuales y futuras es una prioridad global. Greenpeace y la comunidad científica urgen a la eliminación de los combustibles fósiles para no superar el límite de 1,5ºC, esencial para frenar los efectos irreversibles del calentamiento global. La comunidad de salud insta a los gobiernos a desarrollar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, garantizando un plan legalmente vinculante para cumplir con los objetivos ambientales urgentes.
Eliminar nuevas infraestructuras y producciones de combustibles fósiles es fundamental. La quema de estos combustibles causa más de siete millones de muertes al año y agrava enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cánceres. Además, el calentamiento global favorece la propagación de enfermedades, afectando especialmente a niños, trabajadores al aire libre y adultos mayores.
Los profesionales de la salud denuncian los graves riesgos de la extracción y uso continuado de combustibles fósiles y abogan por sistemas sanitarios sostenibles y con bajas emisiones de carbono. Para proteger la salud integral y asegurar la vida de generaciones futuras, debemos actuar colectivamente para reducir rápidamente las emisiones de carbono. Como dice Antonio Gutierrez: “No tenemos un Planeta B y debemos actuar antes que sea demasiado tarde”.