Las olas de calor y frío extremo desafían a nuestras ciudades. Como respuesta, los techos blancos surgen como una solución eficaz que refleja el calor, disminuye temperaturas y reduce el uso de energía.

A diferencia de los techos verdes, que almacenan agua y capturan CO2, las pinturas blancas son más directas: enfriar y combatir el cambio climático. Aunque no generen energía renovable, contribuyen a un futuro más sostenible.

El cambio comienza con acciones simples. Los techos reflectantes son un ejemplo de cómo adaptarse al cambio climático sin dañar a las futuras generaciones.